MICORIA
Al despuntar el día el Río de la Fertilidad llevó a sus amigos hasta las proximidades de Yagumani. Un olor fétido les anunció la presencia de la Fuente Amarilla, la misma que luego divisaron retorciéndose al pie de la montaña del mal.
Todavía demoraron dos días en acercarse, pero al fin llegaron junto a las viscosas aguas. Yagumani les facilitó la entrada a sus domnios, desviando el cauce la Fuente Amarilla.
El Río de la Fertilidad cruzó primero.
La tierra fría quemó de nuevo sus entrañas y al principio le fue imposible avanzar. Era como si mil manos lo apretaran queriendo destrozarlo. Poco a poco recobró su movilidad y regresó por los demás que le esperaban abajo.
Con lentitud emprendieron el ascenso mientras una leve neblina que había hecho su aparición en la tarde, cubría una gran parte del lugar. Toringa, nervioso, les propuso descansar al pie de un promontorio de piedra.
-Algo extraño está ocurriendo -exclamó Aristo.
-Tengo mucho frío, Solángel, -replicó el enano.
La niña sintió la presencia del mal, sabía que estaba allí, encima de la neblina y que pronto caería sobre ellos.
-Estamos cruzando el territorio de Micoria.
La advertencia del Río de la Fertilidad los sobrecogió a todos.
-Pronto, pronto, debemos escapar de aquí. No quisiera terminar exprimido por ella -reclamó Toringa meintras trataba de arrastrar a la niña, pero ésta lo retuvo con fuerza.
-No hay tiempo. Ella sabe que estamos aquí.
-Pero Solángel -suplicó el aterrorizado ser.
-Es inútil, aunque quisiéramos huir no podríamos hacerlo, -replicó Aristo, mientras su pico resplandeciente pugnaba por atravesar la cortina blancuzca que descendía sobre ellos.
El tucán tenía razón. La neblina pronto se convirtió en una sustancia pegajosa que se adhirió a sus cuerpos, dificultando sus movimientos.
El enano comenzó a temblar como una hoja al viento y Solángel trató de calmarlo. Sabía que cualquier imprudencia podría costarles la vida.
-Debemos quedarnos quietos -les advirtió el Río de la Fertilidad, y diciendo esto abrazó a sus amigos, inmovilizándolos por completo.
Varios minutos transcurrieron en silencio hasta que un silbido penetrante rasgó la tranquilidad del lugar. Luego, un inmenso cuerpo, tan grande como un roble, ocultó el cielo y con agilidad avanzó hacia ellos.
Solángel agachó la cabeza y esperó a Micoria, la que en el alba de los tiempos había sido la más hermosa tejedora del universo. Su ambición la enfrentó a los dioses cuando trató de rasgar la envoltura del cielo para apoderarse de todo lo viviente. Por ello fue arrojada a la tierra, convertida en un mostruoso ser.
Micoria se detuvo por un momento. ¿Dónde estaba su presa? Desconcertada dio varias vueltas en espera de un movimiento que la delatara, pero la quietud fue la respuesta.
Sus torpes ojos sólo veían un bulto informe, carente de vida, y esto no era lo que buscaba. Quería sangre fresca y el objeto que estaba frente a ella parecía muerto. Ni siquiera su baba, que por instantes cubría aquella cosa, lograba arrancarle una muestra de vida.
Todavía esperó un poco más, pero nada sucedió. Al fin, colmada su paciencia, se marchó con su telaraña de neblinas.
Sentía la proximidad de la aurora y el recuerdo de la maldición que podía destruirla, la hizo apresurar su marcha hacia los confines de Yagumani, mientras las palabras de Quelima resonaban en su memoria:
Todavía demoraron dos días en acercarse, pero al fin llegaron junto a las viscosas aguas. Yagumani les facilitó la entrada a sus domnios, desviando el cauce la Fuente Amarilla.
El Río de la Fertilidad cruzó primero.
La tierra fría quemó de nuevo sus entrañas y al principio le fue imposible avanzar. Era como si mil manos lo apretaran queriendo destrozarlo. Poco a poco recobró su movilidad y regresó por los demás que le esperaban abajo.
Con lentitud emprendieron el ascenso mientras una leve neblina que había hecho su aparición en la tarde, cubría una gran parte del lugar. Toringa, nervioso, les propuso descansar al pie de un promontorio de piedra.
-Algo extraño está ocurriendo -exclamó Aristo.
-Tengo mucho frío, Solángel, -replicó el enano.
La niña sintió la presencia del mal, sabía que estaba allí, encima de la neblina y que pronto caería sobre ellos.
-Estamos cruzando el territorio de Micoria.
La advertencia del Río de la Fertilidad los sobrecogió a todos.
-Pronto, pronto, debemos escapar de aquí. No quisiera terminar exprimido por ella -reclamó Toringa meintras trataba de arrastrar a la niña, pero ésta lo retuvo con fuerza.
-No hay tiempo. Ella sabe que estamos aquí.
-Pero Solángel -suplicó el aterrorizado ser.
-Es inútil, aunque quisiéramos huir no podríamos hacerlo, -replicó Aristo, mientras su pico resplandeciente pugnaba por atravesar la cortina blancuzca que descendía sobre ellos.
El tucán tenía razón. La neblina pronto se convirtió en una sustancia pegajosa que se adhirió a sus cuerpos, dificultando sus movimientos.
El enano comenzó a temblar como una hoja al viento y Solángel trató de calmarlo. Sabía que cualquier imprudencia podría costarles la vida.
-Debemos quedarnos quietos -les advirtió el Río de la Fertilidad, y diciendo esto abrazó a sus amigos, inmovilizándolos por completo.
Varios minutos transcurrieron en silencio hasta que un silbido penetrante rasgó la tranquilidad del lugar. Luego, un inmenso cuerpo, tan grande como un roble, ocultó el cielo y con agilidad avanzó hacia ellos.
Solángel agachó la cabeza y esperó a Micoria, la que en el alba de los tiempos había sido la más hermosa tejedora del universo. Su ambición la enfrentó a los dioses cuando trató de rasgar la envoltura del cielo para apoderarse de todo lo viviente. Por ello fue arrojada a la tierra, convertida en un mostruoso ser.
Micoria se detuvo por un momento. ¿Dónde estaba su presa? Desconcertada dio varias vueltas en espera de un movimiento que la delatara, pero la quietud fue la respuesta.
Sus torpes ojos sólo veían un bulto informe, carente de vida, y esto no era lo que buscaba. Quería sangre fresca y el objeto que estaba frente a ella parecía muerto. Ni siquiera su baba, que por instantes cubría aquella cosa, lograba arrancarle una muestra de vida.
Todavía esperó un poco más, pero nada sucedió. Al fin, colmada su paciencia, se marchó con su telaraña de neblinas.
Sentía la proximidad de la aurora y el recuerdo de la maldición que podía destruirla, la hizo apresurar su marcha hacia los confines de Yagumani, mientras las palabras de Quelima resonaban en su memoria:
En la noche habitarás
con la neblina cazarás
pero recuerda que a la luz
nunca enfrentarás
No pasó mucho tiempo antes de que unos pálidos reflejos de sol invadieran el rincón en donde se habían refugiado los amigos, devolviéndoles la vida a sus ateridos miembros.
4 Comments:
Hello Marco,, que susto el de Solangel, pense que era el fin.. pero bueno aunque a veces ascendiendo y en el propio camino..siempre salen obstaculos, temores y hasta la misma neblina como le paso a Sol... siempre la luz gana y ella misma es capaz de derrotar los peores mostruos..solo hay que esperar que pase la oscuridad..
Precioso escrito Marco..
pd.. Por fin colocaste algo en tu perfil.. y dejame decirte que estoy por pensar que abogado, viene con ñapa de escribir bien.. ya han varios que me cautivan con sus escritos..y bueno me gusta tambien, tu afición de soñador..
besos y saludos..
Creo que somos seres espirituales y estamos protegidos por seres espirituales tambien y yo los llamaría ángeles , puede que no pasen de ser solo espirituales o tambien se presenten como nuestros amigoo o familiares y siempre contaremos con ellos.
chauuuu un beso y abrazo :)
Marco, acabo de darme una gran sorpresa al leer el título de tu blog. Lo hallé de casualidad en uno de esos impulsos narcisistas que suelo tener, al escribir mi nombre SOLÁNGEL en el buscador de google.Y,al percatarme de la calidad y espiritualidad de tus escritos, me quedé aún más anonadada. Pese a mis 23 años, aún me siento una niña y siempre he sospechado de un ente cauteloso y previsor que me protege y, sobretodo, me guía en los avatares y peripecias de mi existencia.Espero podamos entrar en contacto. Un abrazo
A fin de poder comunicarnos, te envío la dirección de mi correo: ksra660@hotmail.com
Será un auténtico placer que entres en contacto conmigo.
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